Una silla de dos patas
Uno de estos días acompañamos a dos arquitectos en la restauración de un juego de sillas que conservan desde principios de los 80, las adquirieron en una tienda cuyo nombre ya no recuerdan. Las sillas están hechas de madera, acero cromado y un tejido de fibra sintética que hace las veces de asiento y respaldo, pero lo curioso es que solo tienen dos patas. Leíste bien. DOS PATAS.
En El Salvador, la oferta de mobiliario de diseño en los 70 estuvo delineada por la formación académica de la carrera de Arquitectura y su tendencia al Estilo Internacional, es decir, aquellas piezas que se asemejaran o que incluso copiaran la línea formal del Movimiento Moderno eran consideradas “diseñadas”. Así manifiestan Marco Antonio y Susy, propietarios del comentado juego de sillas, que resultan ser una muy fiel copia de la silla volada S32 “Cesca” (Marcel Breuer, 1928).
La idea original
La idea de la fiel copia podría sonar en la actualidad a un plagio, sin embargo según Manel franco, (La evolución del diseño en el siglo XX: de la forma-tipo al diseño actualizado, 1994, pags. 46 y 47) históricamente las ideas originales en el diseño han sido modificadas e incluso copiadas con el mayor descaro por arquitectos y diseñadores posteriores al primero, esto con la idea de evolucionar o “actualizar” de acuerdo a nuevos materiales y alcanzando nuevas expresiones. En este caso, según Ibar Anderson (La estética burguesa en el diseño de sillas, 2013, pag. 23) la “Cesca” tiene su origen en la silla de Gaudillot, que en 1844 introdujo un modelo en tubos de gas y agua con la forma de imitación de madera y vetas; sin embargo casi todas las fuentes datan el origen de esta silla en la de Mart Stam construida en 1926 y presentada en 1927, luego la MR20 de Mies van der Rohe en 1927 y hasta 1928 la S32 “Cesca” de Breuer. Todas ellas guardan un común denominador, son sillas que introdujeron un nuevo paradigma de silla volada: dos patas que al llegar al suelo se unen en un sinfín. La historia revela posteriormente otras piezas que reinterpretan esta tipología como la silla Brno (Mies, 1930), la S36 (Luckhard, 1930), el sillón No. 31 (Aalto, 1931), la de Esko Pajamies (1974) y el particular caso de la B5 de una sola pata (Wewerka, 1982), entre otros.
La decisión de restaurar el juego de copias de la “Cesca” tuvo una previa discusión con sus propietarios arquitectos, ya que al no tratarse de piezas originales de Thonet (propietaria actual de la licencia de fabricación de la “Cesca”) resulta cuestionable su valor, sin embargo al tratarse del contexto salvadoreño durante la Guerra Civil de los 80 y los métodos artesanales de fabricación local, está de más preguntarse de quién es o no es este diseño. Se trata de piezas con cierto nivel de calidad y que, bajo esos estándares de construcción, fueron accesibles a la población salvadoreña que valoraba las piezas “diseñadas”. Y así fue como nos dimos a la personal tarea de armar nuevamente las piezas.
Estructuración de la “Cesca”
Pudimos comprobar por experiencia como funciona “Cesca”. Se trata del ya comentado tubo de acero cromado, de media pulgada de diámetro, doblado, que forma la estructura de soporte mediante dos patas que bajan al suelo uniéndose en un sinfín, la resistencia del material y la similitud en las proporciones del arco inferior y el asiento permiten mantener la pieza en equilibrio al soportar cierto peso. El acero es un material que trabaja a flexión, es decir, funciona cuando es sometido a tensiones, por lo que el arco formado por la estructura de acero es sometido a tensión a medida que soporta peso, sin embargo trabaja de manera similar en el respaldo al ser sometido a fuerzas horizontales, haciendo que la misma postura del usuario sea la que mantiene la estabilidad. Estas tensiones en la estructura hacen que, al desarmarse la pieza, el tubo de acero tienda a abrirse en la parte superior del arco, atrás del respaldo, pero este último es el que al atornillarse «amarra» la estructura confinándola para su funcionamiento.
El asiento y el respaldo son bastidores que tensan un tejido de fibras conocido como esterillado, en el caso de estas imitaciones se trata de fibras plásticas entrelazadas bajo el llamado «tejido francés», una técnica que data desde la Antigüedad y que se caracteriza por cruzar las fibras en ángulos de 45°, lo que vuelve que el tramado sea bastante resistente. La fibra original se obtiene de la caña del rattan y consiste en tiras de 0.5 mm. de espesor, un ancho entre 1 y 4 mm. y longitudes que pueden llegar hasta los 6 metros, su color va del amarillo manteca al ocre claro.
En El Salvador, durante la década de los 70 y principios de los 80 fue muy poca la producción de mobiliario modernista, con excepción de la tienda Habitat y otros contados artesanos, no existía plataforma que comercializara muebles «de diseño», sin embargo las imitaciones de la «Cesca» se llegaron a ubicar en muchas residencias, oficinas y hasta restaurantes; de hecho también se produjo la versión en taburete, que más adelante se ubicó en uno de los primeros interiores contemporáneos de bar en San Salvador, aunque cambiando el característico esterillado por respaldo y asiento acolchados. Por otro lado el tejido francés que hasta ese momento había sido aplicado en el mobiliario tradicional, se popularizó en el emergente campo del diseño salvadoreño, pudiéndose observar estampado en vasos, telas y otras aplicaciones.
Así pues, estas imitaciones de la S32 «Cesca» representan un vértice en el campo del diseño de mobiliario en El Salvador, en primer lugar su producción posibilitó el acceso del mobiliario «de diseño» al mercado salvadoreño, en segundo lugar la experimentación con el tubo de acero y su estructura en voladizo posibilitaron nuevas ideas de mobiliario que hoy en día se visualizan en las escuelas de arquitectura y diseño locales; y en tercer lugar la aplicación del tejido francés en una expresión modernista dio pie a reinterpretaciones contemporáneas de su uso en muebles e incluso otras artes aplicadas.
Agradecimientos especiales a Marco Antonio Tobar por permitirnos ayudarle en el armado de las piezas y a Noel y Rebeca Cabrales por dejarnos fotografiar la versión en taburete de bar ubicado en su residencia.
— Posted on enero 14, 2016 at 7:37 pm by Rafael Tobar
Susy Castañeda
enero 15, 2016 at 9:20 pm
Es increíble como uno a veces por cambiar comete errores, pensar que iba a preferir comprar nuevos muebles totalmente de madera, llegamos a la conclusión que era mejor conservar los actuales ya que, por lo que se invirtió en su reparación valía la pena su conservación. Gracias por la publicación y su relación con la historia.