Notre Dame podría dar un paso en su historia
La famosa catedral de Notre Dame de París, de original estilo gótico, fue un tema de discusión después de la Semana Santa 2019. La tarde del lunes 15 de abril, un importante incendio derrumbó la icónica aguja, la techumbre y su interior fue gravemente dañado. Un día después el presidente francés Enmanuel Macron se comprometió a reconstruir la Catedral y, apenas a los cuatro días del desastre, la colecta ya rozaba los 900 millones de euros. De acuerdo a La Vanguardia, “no se puja por adquirir una obra de arte o una antigüedad, sino por ganar prestigio y fama de filantropía generosa. Magnates franceses, empresas nacionales y extranjeras se han embarcado en una competición muy intensa para anunciar que van a donar dinero”. El debate no se hizo esperar entre algunos que opinan que, habiendo tantos problemas más importantes en el mundo, ¿por qué no donar ese dinero para resolver algunos de ellos, como el cambio climático o la contaminación de los océanos?, mientras tanto el reconocido arquitecto británico Norman Foster quiere darle un cambio contemporáneo de imagen a Notre Dame, de acuerdo a The Times, él opina que “la nueva aguja debería ser una ‘obra de arte sobre la luz’”; otros arquitectos británicos respaldaron esta moción y propusieron que la aguja sería un «cristal refractante, súper delgado que refleja al cielo» o bien se sugirió un techo de vidrio aduciendo que debería verse como un paso más en la historia de Notre Dame. Esta última propuesta estuvo a cargo de Ray Makin, quien lanzó al debate que «si la gente realmente necesita una catedral, se debe considerar seriamente la posibilidad de restaurarla con un techo de cristal que inundaría la catedral con luz natural o, alternativamente, construir una iglesia más pequeña dentro de las ruinas”. Recientemente el estudio italiano Fuksas a cargo de Massimiliano y Doriana Fuksas, propuso crear una estructura contemporánea que dialogue perfectamente con la presencia antigua. Junto a ellos, existen otras propuestas de arquitectos de Francia, Eslovaquia, Chipre, Brasil, Rusia, entre muchos otros. El hecho se convirtió en debate mundial, sin embargo, un par de preguntas pudieron dar una luz más clara en torno al tema: primero, ¿Realmente es necesaria, en este momento, una catedral gótica? Y segundo, de ser así ¿Cómo debería ser una catedral gótica, hoy?
¿Qué es una catedral gótica?
Para la primera pregunta es preciso entender qué es una catedral gótica. Esta edificación surge en el norte de Francia, en el contexto del fin de la Edad Media, es decir el comienzo de la transición entre feudalismo y capitalismo, aproximadamente en el siglo XII. Los nuevos modos de producción, la acumulación de riquezas y el surgimiento de la llamada burguesía, habían dado pie a un resurgimiento de la vida urbana y por consiguiente, las ciudades se convierten en centros de interés para la sociedad, tanto a nivel cultural como a nivel económico. Paralelamente el humanismo naciente, previo al Renacimiento, elimina la noción tenebrosa de Dios y lo coloca como un ser de luz, de claridad. En ese sentido la catedral se vuelve el edificio por excelencia de la arquitectura gótica, pues se preocupa por resolver técnicamente la introducción de luz; se trata de una luz general, difusa, no concentrada en ciertos puntos, y a la vez es filtrada y coloreada a través de vitrales y rosetones. Así mismo, la catedral gótica se preocupa por aligerar los muros para permitir el paso de la luz, por lo que hace uso de nuevas tecnologías: el arbotante, el arco ojival y la bóveda de crucería. Con estas consigue recrear, a nivel emocional, esa sublimación de la divinidad bajo la que se concibe la luz. Todo esto, aunado a las obvias posibilidades de financiamiento de la burguesía y sus intereses propios, constituye el concepto del espacio gótico.
¿Necesitamos una catedral gótica?
Volviendo a la pregunta: ¿Realmente necesitamos, en este momento, una catedral gótica? Nos atreveríamos a decir que sí. No se puede negar que la creencia en un dios de luz, sigue vigente, ahora manifestada en diversos valores como la verdad, la justicia y sobre todo el culto a la información. Sin el ánimo de discutir sobre las creencias, más allá de la religión bajo la que se concibió este Edificio, la catedral gótica pone en común la concepción de espiritualidad y de paz. Por otro lado, Notre Dame es una de las primeras catedrales góticas del mundo que además ha cobrado mayor relevancia al situarse en París como sede de su arquidiócesis. Algo así como la catedral de San Salvador en El Salvador. Esto la coloca como patrimonio mundial que la sociedad francesa debe heredar a las futuras generaciones. Finalmente, si las grandes empresas y magnates franceses optan por colaborar en la recuperación de este patrimonio están en todo su derecho, como en un principio la burguesía financió su construcción. Es más seguro que ese dinero se utilice para este destino que donarlo a países en donde la corrupción ha sido la encargada de desviar los fondos hacia fines ajenos al bien común.
¿Cómo debería ser una catedral gótica, hoy?
Ahora bien, quizá la pregunta más difícil de responder es cómo debería ser una catedral gótica hoy, en pleno inicio del siglo XXI, pues no se trata solo de una catedral gótica, sino de toda su historia; con todo y su incendio. Las cartas internacionales de restauración establecen criterios básicos que buscan salvaguardar una serie de valores históricos, culturales, arquitectónicos, urbanos, entre muchos otros, que deben evaluarse para tomar decisiones en cuanto a la forma de preservar un bien, de manera que verdaderamente pueda heredarse a las futuras generaciones. Y es precisamente la interpretación de estas evaluaciones lo que provoca el debate entre los conocedores, pues la reconstrucción no debe caer en lo que se conoce como falsos históricos. Es decir, no podemos heredar engaños.
Una catedral gótica es eso nada más. Aunque, para ser justos, Notre Dame inició su construcción en 1163 sobre los escombros de una antigua iglesia romana, la pretérita basílica de Saint-Etienne y un templo romano dedicado al dios Júpiter. La obra culminó en el año 1345 y durante esos 182 años el proyecto tuvo modificaciones a cargo de varios arquitectos que intervinieron en ella, lo cual explica ciertas diferencias estilísticas en el edificio. Posteriormente, entre 1630 y 1707, Notre Dame fue alterada de acuerdo al estilo artístico de la época: el Barroco. Años más tarde, en 1789, debido a su inestabilidad, la aguja original tuvo que ser remozada. Durante la Revolución francesa, la Catedral pasó a manos del Estado, lo que permitió que muchos de sus elementos fueran saqueados, dejándola reducida a almacén de alimentos. Fue en 1802 que Napoleón Bonaparte le devolvió el uso religioso al Edificio, donde además se coronó dos años después: el interior había sido redecorado con cortinajes y alfombras para cubrir su aspecto”apagado”. En 1844, bajo una visión romántica, se inicia un exhaustivo programa de restauración a cargo de Eugène Viollet-le-Duc y Jean-Baptiste-Antoine Lassus, que duró 23 años. Fue entonces que se construyó la recién derribada aguja, entre muchos otros cambios sustanciales tanto en el interior, como en el exterior. En 1871 sufrió un incendio, en 1991 se inició su restauración que duró 10 años y finalmente desde el 2018 la aguja se encontraba en proceso de intervención debido a su inestabilidad. En 2019 vuelve a sufrir un incendio y esta aguja inestable termina por caer junto con todo el techo. ¿Cómo debe ser Notre Dame a partir del hecho de que se incendia en 2019?
La realidad de Notre Dame
La historia nos revela la realidad y Notre Dame no es una catedral gótica en el sentido riguroso de la palabra. La iglesia de Panchimalco, en El Salvador, es mucho más colonial. La verdad es que esta, como toda producción arquitectónica, es dinámica en el tiempo y se ha ido adaptando a los usos y a los gustos de las circunstancias en que se encuentra, pero sobre todo ha sido resuelta con la tecnología apropiada y disponible, únicamente las dos agujas han tenido problemas de estabilidad. Una catedral gótica, en consonancia con los tiempos actuales, es necesaria pero desde la interpretación de su significado original y no desde su apariencia, sobre todo tomando en cuenta que Notre Dame no es un estilo gótico en términos puros. De acuerdo a RFI, el Senado francés exige una restauración de Notre Dame fiel a la original, y en medio de una disputa entre políticos conservadores y renovadores, hasta el 29 de mayo de 2019 aun no se tenía consenso entre entre reconstruir lo «original» o permitir la inventiva.
Foster y los otros arquitectos a nivel mundial han puesto sobre la mesa una discusión legítima. Si las nuevas tecnologías permiten la estabilidad de la aguja, las cubiertas brindan nuevas oportunidades de uso turístico, y además intensifican el concepto del espacio gótico a través de la introducción de luz, es sin duda una gran oportunidad. Definitivamente Notre Dame podría dar un paso en su historia. (o no)
Enlaces externos:
- Perfil de Ray Makin en Twitter: @raymakin
- Estudio de arquitectura Fuksas
— Posted on mayo 29, 2019 at 9:42 pm by Rafael Tobar