El edificio rebelde de San Salvador
Se sabe que el centro histórico de San Salvador contiene expresiones de arquitectura historicista, que van desde la colonia hasta las más atrevidas intervenciones en donde impera el eclecticismo y el gusto particular. Es preciso recalcar que en el caso del centro de San Salvador, las expresiones más emblemáticas como el Palacio Nacional y el Teatro Nacional fueron construidos a inicios del siglo XX, así como muchas otras de menor envergadura pero no menos importantes. La razón es muy simple, la vulnerabilidad constructiva de la época colonial y republicana, ante los fenómenos ambientales como terremotos e incendios. Estas expresiones son reflejo de un fuerte auge económico derivado de la producción de café y la importación de referentes culturales de Europa Occidental, todo en el marco de una supuesta consolidación de un estado independiente y en vías de desarrollo.
El «turco» en San Salvador
Paralelamente, el régimen represivo del imperio turco-otomano (1300-1923) así como los enfrentamientos religiosos y la ausencia de libertades, indujeron a muchos palestinos a emigrar a países con un ambiente de relativa paz y, desde luego, un ambiente que les permitiera alcanzar el éxito, la fortuna y el reconocimiento. El Salvador no fue la excepción, en la primera mitad del siglo XX se acogió a muchos de estos inmigrantes. El término «turco» con el que se denominó a quienes viajaban con pasaporte turco-otomano, fue considerado por los árabes como peyorativo y, según Armando Bukele* (2012), el término obedecía también «a las ganas de molestar». Bukele en su artículo «La presencia árabe en El Salvador» describe que el problema es más social que étnico «se miraba con desprecio al «turco» porque se le identificaba con el buhonero, o vendedor ambulante. Para la mentalidad de «hidalgo», había que vivir de las rentas de la tierra o de los grandes contactos. Ejercer cualquier oficio manual o practicar el comercio era algo «indigno» o «deshonroso».» Según el autor, estos prejuicios estaban muy arraigados en la sociedad criolla de la época y acierta en pensar que subsistieron por mucho tiempo o que aún subsisten.
Bukele además proporciona datos. «En 1944 la gran mayoría de la población árabe residente en El Salvador estaba asociada a labores comerciales, un 30 % se encontraba en «varios ramos del comercio», un 38 % en «tiendas» y un 19 % en «industria». Aquellos que todavía se dedicaban a la venta ambulante constituían solo un 3 %, los profesionales un 6 % y otras actividades un 4 %.» Por lo tanto, los inmigrantes árabes fueron de los principales impulsores del comercio en El Salvador a inicios del siglo XX, ya que además de contar con la experiencia previa, era una actividad que no requería de contactos para producir riqueza. Así pues en la ciudad de San Salvador convivían los bazares, las tiendas familiares, las residencias y desde luego el mercado tradicional. En medio de esta dinámica, un visionario inversionista decidió construir uno de los primeros edificios destinados exclusivamente al comercio, así es como en la década de los 30 surge el edificio Letona, en la esquina de la calle Delgado y la 4.ª Avenida Norte en el centro de San Salvador, a unos metros al oriente del Teatro Nacional.
El diseño del rebelde
De acuerdo a la ficha de inventario de inmuebles con valor cultural número 121, elaborada entre 1996 y 1997 por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), hoy Ministerio de Cultura y la Agencia Española de Cooperación Internacional (A.E.C.I.), el Edificio data de 1930, pertenecía al Sr. Jorge Bigit y no se tiene información sobre el constructor o el diseñador. En una visita realizada, se pudo confrontar la información de esta ficha apreciándose desde el punto de vista conceptual, que el Edificio se compone de dos niveles y una azotea, distribuye a lo largo de sus dos fachadas una serie de locales comerciales, cuya relación con el exterior es articulada en el primer nivel por un pasillo porticado a doble altura, esta situación permite que estos locales contengan en su interior un mezanine, que amplía su área útil y además se protegen del sol excesivo del sur; mientras que en el segundo nivel la distribución es similar, pero se articula con el exterior mediante un pasillo y balcón corrido con funciones similares; al costado norte un núcleo de escaleras comunica todos los niveles hasta llegar a la azotea y, mediante sus descansos, puede accederse a los espacios centrales del Edificio que rodean un patio, que funciona como ducto de ventilación e iluminación natural.
Tal como menciona la ficha y como puede deducirse a partir de las plantas arquitectónicas, volumétricamente el edificio es un prisma, cuya base parte de un rectángulo que ha sido achaflanado en una de sus esquinas. Por tratarse de un recurso urbano-arquitectónico de gran relevancia, el edificio Letona aprovecha su chaflán para unir sus dos fachadas mediante un porticado de columnas masivas, muy peculiar es el dintel lobulado del segundo nivel que, junto con un remate de ornamentos geométricos, delatan una fuerte influencia neoárabe. Un estilo historicista surgido en Europa, en el siglo XIX, que buscaba recrear la arquitectura islámica antigua.
En la fotografía anterior puede apreciarse además, el empleo de arcos de herradura y columnas agrupadas en sus fachadas sur y oriente. Estos elementos son también característicos del estilo neoárabe, por lo que estos confirman el lenguaje historicista de todo el Edificio. Pero el Letona no contiene solo esta influencia, todo el porticado del primer nivel se compone de vigas acarteladas a 45° y ornamentos que simulan capiteles de influencia art noveau, además se sitúan marquesinas, por encima de los huecos, con un lenguaje más modernista y que sirven de protección solar. De acuerdo a la ficha de inventario, el sistema constructivo de todo el Edificio es ladrillo de barro y concreto armado, por lo que todos los elementos anteriores representan ensayos tecnológicos bastante atrevidos, para una época en que los referentes culturales se importaban más de Europa Occidental.
El Letona es pues un edificio de arquitectura ecléctica, así como ocurre con los edificios más emblemáticos como el Palacio Nacional y el Teatro Nacional, sin embargo al ser una expresión arquitectónica única en la Ciudad, es evidente la intención del Propietario de comunicar su cultura originaria. Para inicios de los 30, el desarrollo comercial de la población árabe residente en El Salvador ya habría conseguido una estabilidad económica que permitiría realizar inversiones como el Letona, y muy pertinentemente para alojar el comercio en locales más apropiados para dicha actividad. No sería raro que el rechazo de la sociedad criolla, mencionado por Bukele, fuera inspiración para construir un edificio que rompiera los referentes culturales de Europa Occidental con una influencia más oriental.
Un rebelde transformador
Eminentemente los locales a nivel de calle, por su relación directa con los flujos naturales de la Ciudad, promovieron el éxito del comercio en estos establecimientos; pero el carácter exótico del Letona, así como su ubicación centralizada y cercanía con el Teatro Nacional, dieron pie a que se situaran usos culturales en el segundo nivel en lugar de usos comerciales. De acuerdo a Jorge Palomo** (2017) en su libro «Arte salvadoreño. Cronología de las artes visuales de El Salvador» en 1937 el Gobierno promovió la apertura de la Academia de Dibujo y Pintura de Valero Lecha en el Letona, una de las más relevantes en la formación artística local; más adelante en 1954, una de las alumnas de Lecha, Julia Díaz, establece aquí mismo su estudio que además serviría para exhibir a otros artistas; lamentablemente en 1956 un incendio quema varias pinturas de Valero Lecha y cerca de cuarenta de Julia Díaz. La Academia Lecha permanecería operando con dificultades hasta 1969 que sería absorbida por el actual Centro Nacional de Artes (CENAR) mientras que el estudio de Julia Díaz fue el precursor del actual Museo Forma, uno de los únicos cuatro espacios de su tipo en El Salvador. Por décadas el Letona ha continuado albergando actividades comerciales en el primer nivel, sin embargo la actual inseguridad y la poca inversión privada en el centro histórico han provocado que el segundo nivel permanezca en desuso. Desde 2015 y por iniciativa de su actual propietario, Jorge Bigit, el Letona sigue siendo el edificio rebelde de San Salvador, albergó hasta el 2019 el Maktub Café Cultural, una iniciativa de gestión cultural que buscaba dotar de espacios de formación y exhibición artística a jóvenes que no encuentran un lugar en la sociedad actual, y desde 2018 se dispone además de Lero Lero Café, parte de las recientes ofertas gastronómicas que existen en el centro, luego de las intervenciones realizadas en él durante 2017.
(*) Armando Bukele fue un doctor en química industrial, científico, empresario e intelectual salvadoreño, que fue identificado con las causas justas y por ser reflexivo sobre la necesidad de un mejor país. Falleció en el 2015.
(**) Jorge Palomo es un curador e investigador salvadoreño especializado en arte.
— Posted on agosto 1, 2017 at 9:59 pm by Rafael Tobar
— arquitectura, arte, Comercio, historia
Francisco Jose Call Diaz
agosto 9, 2022 at 5:55 am
buenas noches. por que se llama EDIFICIO LETONA ? tiene que ver con quien lo construyo?
Editorial ESTUDIO VIDA
agosto 9, 2022 at 5:54 pm
Hola Francisco, nos alegra tu entusiasmo en conocer sobre el Letona. De acuerdo a las últimas investigaciones que se tienen y a las que hemos dado seguimiento, originalmente el edificio se llamó «Edificio Letona Hermanas», su nombre deriva de sus antiguas propietarias las hermanas Letona Meléndez, quienes tenían lazos de parentesco con quienes conformaron un día la dinastía Meléndez-Quiñonez en El Salvador entre 1913 y 1931. Hay toda una historia interesante en torno a este edificio.
Alexis hernandez
febrero 19, 2021 at 10:56 pm
excelente estudio del edificio letona, una pregunta menciona que el edificio fue construido en los años 30 , de que materiales esta hecho este edificio? o que materiales ocuparon en esa epoca?
Editorial ESTUDIO VIDA
marzo 3, 2021 at 8:29 pm
El sistema constructivo de este edificio es concreto armado, conocido más en esa época como sistema Henebique. Luego del terremoto de 1917 en donde varios de nuestros edificios de adobe, bahareque, lámina y madera se derrumbaron, este vanguardista sistema se empezó a utilizar más.
Anónimo
junio 12, 2019 at 3:21 am
¿Alguien sabe porque se le llamó Letona?
Editorial ESTUDIO VIDA
junio 13, 2019 at 5:03 pm
¡Hola! De acuerdo al historiador Dylan Magaña, en uno de sus posts en la página en Facebook S i v a r e s q u e, el edificio fue «construido para el Dr Letona, pariente de los expresidentes Carlos y Jorge Meléndez». Por lo tanto de ahí proviene el nombre.
Juliam Ventura
octubre 26, 2017 at 9:33 pm
Buenas tardes, mi nombre es Juliam Ventura, y quiero saber si me dan permiso de utilizar su articulo del este edificio para crear una pagina en Wikipedia para que asi mas personas conozcan sobre este edificio.De antemano muchas gracias
Editorial ESTUDIO VIDA
octubre 27, 2017 at 12:39 am
Buenas tardes Juliam, desde luego que puede utilizar este artículo para Wikipedia, siempre que cite como fuente a ESTUDIO VIDA mediante los enlaces respectivos. Le invitamos a visitar nuestra Política de Privacidad para más información.
Alice
julio 8, 2019 at 11:24 pm
¡Por hoy es mi casa de arte! Agradezco a Don Héctor Bigit ya que gracias a Maktub, a mis 56 años, hoy estoy pintando y dibujando. Nunca es tarde para descubrirte. Aquí con tan solo $15 dólares mensuales tienes el arte que quieras emprender. Maktub Cafe Cultural: Clases de idiomas, violín, guitarra, pintura, defensa personal, letras, poesía, inclusión social, convenciones, presentaciones de libros, excelentes gestores culturales y un sinfín de aportaciones para la humanidad.
Editorial ESTUDIO VIDA
julio 9, 2019 at 2:50 pm
¡Hola Alice! Nos alegra mucho saber que el Letona es ahora tu casa. Es un edificio excepcional que, por alguna razón, siempre ha estado ligado al arte. En buena hora.