Arquitectura de la desigualdad*
La popular Casa Saca, ubicada en las faldas del oriente del volcán de San Salvador, suena fuerte luego de la confesión de Tony Saca, su propietario, acerca de los actos de corrupción que cometió él y su equipo durante su gestión presidencial 2004 – 2009. La Casa se hizo famosa luego de conocerse que antes de esta gestión la familia Saca vivía en otra mucho más modesta y, a partir de esta, se desataron severas críticas en cuanto a la procedencia de los fondos con los que esta se construyó. Hoy parece ser que todo tiene una verdadera explicación.
Breve descripción de la obra
El terreno, según relata El Faro, tiene un área de 5,024 m2 de los cuales de acuerdo a la vista en planta, aproximadamente 1,800 se han dejado como reserva forestal, el resto es básicamente el área utilizable. En esta área se emplaza la residencia salvando parte del desnivel propio de las faldas del Volcán, lo que hace necesario crear taludes y grandes muros de retención, los cuales se suelen diseñar con una estructura compleja para resguardar la seguridad de las edificaciones, así como también se les instala sistemas de drenaje e impermeabilizantes que permitan manejar la saturación de agua en el suelo y así evitar sobrecargas o filtraciones. La construcción propia de la residencia es de tres niveles, por lo cual también su estructura es un poco más compleja que la de una edificación de uno o dos, siempre bajo el criterio de seguridad. En todo caso este tipo de diseños eleva considerablemente los costos de una obra.
Lejos del tema de la estructuración, el área construida de la Casa Saca ronda los 2,880 m2, de acuerdo a un esquema conceptual estimado. En esta área se ubican espacios que no son del común de una vivienda, tales como: sala de belleza, 2 gimnasios, 2 bares, 2 cocinas, sala de masajes, cuarto de juegos y cuarto de música; todo junto a otros espacios más habituales conforman un curioso programa arquitectónico.
Lenguaje arquitectónico
Sin embargo, lo que más llama la atención de esta residencia, y también lo que más ha causado polémica entre algunos arquitectos, es su forma, su “estilo”, su lenguaje arquitectónico. En primer lugar es preciso entender que, luego de lo que se conoce como modernismo arquitectónico salvadoreño (1950 – 1992), a partir de la firma de los acuerdos de paz, la arquitectura salvadoreña ha pasado (y sigue pasando) por diferentes etapas; durante los 90 se puede apreciar un posmodernismo sumamente historicista que recurre a ciertos elementos clásicos internacionales, un ejemplo interesante es el centro comercial Villas Españolas (Guzmán, Ca. 1990) cuyas cubiertas de teja, frontis de acceso, arcos, molduras y pasamanos de hierro evocan un poco al lenguaje colonial latinoamericano. Otro ejemplo muy recurrente es el uso de la bay window que suele asociarse a la arquitectura victoriana, muchas viviendas e incluso algunos edificios de apartamentos de los 90 utilizan estas ventanas en sus diseños; del mismo modo la industrialización del concreto prefabricado popularizó la incorporación de columnas de esta tecnología pero con una estética similar a los órdenes clásicos de la arquitectura. Todos estos fenómenos, junto al imaginario conservador de nuestra cultura, dieron pie a la construcción de una arquitectura ecléctica pero de una lectura bastante historicista. Este es precisamente el lenguaje de la Casa Saca.
De acuerdo a observación, a través de Google Earth, la Casa Saca fue construida aproximadamente durante el 2008, en un momento en donde la sociedad salvadoreña ya contaba con interesantes expresiones de arquitectura doméstica como la Casa Gasteazoro (Hinds, Ca. 2005) o una de las casas Poma (Legorreta, 2005), con un lenguaje orientado hacia lo minimalista y con fuertes influencias internacionales. Sin embargo el gusto generalizado de la sociedad salvadoreña se decanta por los lenguajes historicistas, un claro ejemplo de ello es la que se conoce como “arquitectura de remesas” que en su mayoría puede apreciarse en la zona oriental del País y dónde se luce, de manera evidente, las influencias de la arquitectura doméstica norteamericana mezclada con las tecnologías locales. El resultado es muy similar a esa arquitectura ecléctica historicista de principios de los 90 y desde luego, a la Casa Saca.
La Casa Saca se organiza en una volumetría bastante rica de prismas con proporciones poco estudiadas, emplea en su arquitectura columnas que evocan a las de orden jónico y la mayoría de ellas sostienen arcos de medio punto -unos rebajados y otros no-, así como también puede apreciarse el empleo de la bay window; los techos resueltos con teja de asfalto evocan a la arquitectura norteamericana y rematan en fascias tratadas con la estética colonial latinoamericana. El toque final está en los huecos de ventana con arcos de medio punto y antepechos los cuales, para mantener la estética, utilizan cerramientos de PVC con cuadrícula, evocando así las tradicionales ventanas de madera. El tratamiento interior no difiere del lenguaje arquitectónico, puede observarse el uso frecuente del pasamano de hierro forjado, vitrales en una puerta de proporciones monumentales, gabinetes de cocina y baño con puertas entableradas y molduras de remate, así como un importante chandelier de hierro como centro de interés de la entrada.
Se ha discutido mucho sobre el lujo de esta residencia. En el entendido que lujo significa abundancia o demasía en el amplio sentido, el único lujo en esta casa es su desproporcionada dimensión. En una sociedad en donde hay un gran número de familias que viven en 25 m2, esta residencia de 2,880 es un reflejo de las grandes desigualdades que hay en la sociedad salvadoreña, pero curiosamente también expresa muy bien el gusto generalizado, como si se tratara de la contemporánea arquitectura de remesas.
(*) Esta nota fue escrita para la edición digital de La Prensa Gráfica, en donde se tituló «la casa Saca, arquitectura remesera y reflejo de nuestras desigualdades».
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— Posted on agosto 11, 2018 at 6:44 pm by Rafael Tobar